Adoraba esa sala donde descubríamos ciclos de directores al abrigo de una oscuridad amigable que iluminaba el alma.
Allí enfrente y de perfil, la vislumbré. ¿Ella? Ese color inusual del tapado y esa carcajada. Hacía tiempo soñaba que la reencontraba.
En un suspiro mis piernas se aflojaron bajando las escaleras que llevaban a micro cine en la Cinemateca de Carnelli. El mundo quedó en suspenso, ya sólo escuchaba aquella risa tan querida, tan familiar.
Para nosotros, jóvenes estudiantes, que por primera vez teníamos literatura en la currícula, aquella profesora había sembrado y cosechado libertad en las aulas, el patio y las veredas, en el ser profundo de todos nosotros.
Un día quedó un vacío doloroso…
Cuántas veces habíamos llorado en silencio, aceptando una separación impuesta, y rebelándonos a lo que sabíamos injusto. Por pensar diferente.
Nos reponíamos a sabiendas de su fortaleza para trascender su forzado encierro. «Libertad Libertad sin ira. Libertad“
Y ahora , ahí parecía estar ella sentada frente a la sala de Micro cine . Ese perfil , el color del tapado y aquella risa …
Al pie de la escalera que bajaba a la pequeña sala recuperé el aliento y en un segundo nos reconocimos en lo más urgente y eterno. Un abrazo y gratitud infinita.
( El arte , en este caso el cine y la Cinemateca Uruguaya , inauguraba espacios de libertad y nos reencontraba con la entrañable profesora y poetisa Gladys Castelvechi . Adorada por sus alumnos)