La oscuridad, el ruido del proyector y ese instante mágico en el que comienza a soñar con los ojos abiertos. Por un tiempo sin tiempo solo existe para él un mundo distinto y fascinante.
Pero, inevitablemente siempre llega el final, el momento en que se prenden las luces y tiene que abandonar la sala de Cinemateca para volver a su propia vida; esa larga y aburrida película que protagoniza, sin darse cuenta, todos los días.